POR CECILIA GARCÍA MOYANO
“Hay criminales que proclaman tan campantes ‘la maté porque era mía’, así no más, como si fuera cosa de sentido común y justo de toda justicia y derecho de propiedad privada, que hace al hombre dueño de la mujer. Pero ninguno, ninguno, ni el más macho de los supermachos tiene la valentía de confesar ‘la maté por miedo’, porque al fin y al cabo el miedo de la mujer a la violencia del hombre es el espejo del miedo del hombre a la mujer sin miedo." –EDUARDO GALEANO
En el contexto de una sociedad actual atravesada por la violencia familiar, David Slodky nos ofrece el genial microrrelato "No quise"; en el cual, con poquísimas palabras, llega a describir de manera escalofriante una situación que, tristemente, no nos resulta ajena.
Hoy en día, nos basta encender la televisión y ver un noticiero durante unos minutos para enterarnos de un nuevo caso de femicidio en el país. Slodky, en tan sólo un párrafo, describe uno de estos casos. Nos sumerge en lo más profundo y retorcido de la mente del criminal, que está convencido (o trata de convencerse) de que no le quedó otra opción, y tuvo que matar a la madre de sus hijos: se lo advirtió, se lo pidió, le rogó que no lo hiciera, pero ella, "terca, obstinada, necia, como buena gallega, otra vez me provocó". El escritor también hace hincapié en la desesperación del protagonista, que intenta limpiarse de la sangre a toda costa, y piensa que no sabe cómo va a explicarles a los chicos lo que pasó. Sin embargo, a pesar de parecer sentirse culpable, enseguida pasa a justificar su accionar a través de las supuestas actitudes de su mujer, que lo condujeron a semejante atrocidad. Siempre es ella la culpable, nunca él.
Con una increíble economía de palabras, Slodky llega a describirnos toda la escena de manera tácita y explícita a la vez. Nos adentra en la psique del personaje principal, utilizando el mismo argumento que casi todos los femicidas: la maté porque era mía, de mi propiedad, y me provocó. Es un texto duro, que llega a erizar la piel; y claramente concientizador respecto a la violencia de género, que se manifiesta de tantísimas formas y generalmente tiene ese final.
Con una increíble economía de palabras, Slodky llega a describirnos toda la escena de manera tácita y explícita a la vez. Nos adentra en la psique del personaje principal, utilizando el mismo argumento que casi todos los femicidas: la maté porque era mía, de mi propiedad, y me provocó. Es un texto duro, que llega a erizar la piel; y claramente concientizador respecto a la violencia de género, que se manifiesta de tantísimas formas y generalmente tiene ese final.

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